Cuando nos pasa algo inesperado buscamos una
explicación de lo ajeno, de lo irreversible, de lo inexplicable y pasa que las
situaciones nos buscan a nosotros, en cualquier lugar se encuentra ya sea en la
soledad de nuestro etéreo, intrínseco e intercalado subconsciente, habitan
cosas que no sabemos y no podemos controlar.
Como esas cosas que no sabemos, ni conocemos
son de raras las cosas que te suceden con el correr de un día o mas. En donde
habita la razón cuando todo parece irse lejos de la lógica, en donde nace el
dolor si cuando mas feliz se esta es cuando mas desconfiado uno se siente, donde
esta la luz cuando se opaca con la propia búsqueda de la explicación propia o
ajena al problema o situación que alberga algún hecho ocurrido.
Preguntas que llevan a soluciones inaplicables
a las situaciones que suceden, donde las respuestas se mezclan con el deseo del
poder, querer o ser propias o ajenas. Nos apoderamos de lo que no nos pertenece
y queremos cambiar lo que ya sucedió. Siempre estamos en esa frontera del yo me
quiero o el yo me odio y no sabemos si en realidad nos queremos demasiado
llegando al egocentrismo o nos odiamos demasiado que necesitamos de una
abnegación para sentirnos bien bajo el ojo critico propio o ajeno.
Mientras más tiempo pensamos en eso, más tiempo
perdemos y le damos la espalda a seguir con algo mejor o disfrutar de las
pequeñas cosas que nos hacen felices. No olvidemos que de lo malo se aprende.
Evitemos buscar esa explicación al hecho pasado que revive cuando lo recordamos,
aceptemos y tratemos de ver un problema como algún ajeno o recurrir a alguna
persona ajena al mismo, no hay que tener miedo de pedir ayuda. Siempre es bueno
reconocer que uno no sabe que hacer a creer que sabe y seguir. No temas equivocarte, inténtalo...
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