jueves, 12 de julio de 2012

Herida



Soy como esa herida que te marco aquel día en donde la noche se tornaba fría y oscura. Donde tus pensamientos creaban una atmosfera de oscuridad y sombras. Las palabras que de ti salían eran gritos de odio y desmedro. No entendía lo que querías y odiaba que sea lo que peor. El día iba falleciendo en el sigilo de la soledad y la agonía. Aquella noche se marchitaba la flor de la esperanza del volver a tenerte entre mis brazos y se ahogo el deseo de volverte a ver una vez más. Cuando lo inevitable se hizo presente el testigo del pasado me puso tras las rejas de la soledad.

Nadie sabe lo que sentí con ese adiós pero querían pensar por mí y obligarme a sentir lo que a ellos le parecía. Cada quien lleva esa herida del pasado que no pudo ser, del presente que se va y del futuro que nunca llega. Pero la herida no eras tú ni yo sino el deseo muerto que se mecía en la silla del desinterés diario alimentándose de la rutinaria vida que llevábamos. Lo cierto es que te fuiste, lo incierto es que estas presente en pensamientos y en esa extraña mezcla de pesadillas y sueños. Pero nadie puede saber porque las cosas pasan, hasta que el tiempo te demuestra indicios vacíos del porque paso. 

La rutina acaba con una relación, pero no es el detonante de la crisis que esa separación genera. Sino el apego emocional que liga y carga de tal forma hasta forzar al destino que cuando ese lazo se corta ese peso cae sobre quien mas expuesto estuvo, soportando el peso del amor, del seguir, del pedir. Pero todo no termina ahí sino que empieza una búsqueda de identidad y cuando nos pasamos tiempo buscando a fuera lo que no estaba mas que en frente nuestro y peor aun en nuestro interior. Amor propio o propio amor es lo que uno encuentra cuando se acaba una relación. Nunca tendríamos que perderlo o porque será que lo perdemos…

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